jueves, 1 de julio de 2010

RESEÑA HISTORICA DEL MUNICIPIO DE LA CEJA


El territorio de lo que hoy es La Ceja, estuvo habitado por los Indios Tahamies, tribu pacifica dedicada a las labores agrícolas, principalmente al cultivo de maíz. La ocupación de la corona Española, se dio hacia el año 1.541 cuando Álvaro de Mendoza, lugarteniente del conquistador Jorge Robledo, adelanto una expedición por el altiplano del oriente Antioqueño y descubrió un valle extenso, de cristalinas aguas y verdes praderas que denomino en principio valle de Santa María, conocido hoy como Valle de La Ceja del Tambo.

Las tierras de La Ceja fueron por muchos milenios dominio exclusivo de la flora y de la fauna, que crecía y se multiplicaba bajo los cuidados de la madre naturaleza. Pero cuando apareció el hombre en fecha que no es conocida, la selva y las fieras le fueron abriendo paso, reconociendo en el al rey de la creación. Entonces este lugar se convirtió en un segundo paraíso, protegido por las montañas del Ochuval y Altopelao, vigilado por los cerros ¨Capirro y Corcovado¨, y bañado por los ríos Buey, Piedras, La Miel, Pantanillo y Pereira con sus numerosos afluentes.

Sabemos por la historia, que a mediados del siglo XVI ya Vivian en esta región algunos indígenas descendientes de los armas y de la raza Caribe, llamados los Tahamies, estos indios por lo general, eran pacíficos sembraban el maíz del que elaboraban la chicha, y creían en una vida futura, prueba de ello es el hecho de que se hacían enterrar con sus haberes. Finalizando este siglo, llegaron a La Ceja algunos Españoles procedentes del Valle del Aburra, pero regresaron pronto a su lugar de origen, por no haber encontrado el oro que buscaban.

En el siglo XVII, otros españoles y sus inmediatos descendientes fueron penetrando en el Valle de La Ceja, atraídos por su mucha belleza y feracidad. Se establecieron primero en modestas casas de paja, y luego en hermosas casonas de tapias y tejas de barro, estas buenas gentes, que amen de laboriosas y honradas eran profundamente cristianas, construyeron capillas en el Hato, en El Burro y en Chaparral, y procuraron vivir siempre bajo el temor del Señor y el Amparo de La Virgen santísima, preciosa herencia de la cual aun hoy, disfrutamos los Cejeños, aunque desafortunadamente, un tanto disminuida.

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